lunes, 6 de agosto de 2012

El gran amor de mi vida


Ese título suena muy importante, casi irreal. Nunca creí que lo usaría. Pero la verdad, el tiempo pasa, y yo compruebo que una sola persona sigue estando acá, aunque en realidad no esté. Mi historia es más o menos así (y agarro un paquete de pañuelitos tissue para secar las lágrimas que van a correr mientras escriba todo esto).

Una noche fui con una amiga a ver una obra de teatro que me encantaba. Era la tercera vez que la iba a ver y por primera vez en primera fila. Durante toda la obra, uno de los integrantes de la banda no despegó sus ojos de mí. Yo lo miraba como podía, tímidamente, siempre me costó sostener miradas. Cuando la obra terminó me fui, lentamente, esperando alguna palabra pero no pasó nada.

No me pude sacar a esa persona de la cabeza. Por eso yo creo en el amor a primera vista. Lo busqué en el facebook. Allí empecé a descubrir que soy muy buena stalker, o investigadora. No tenía su nombre y no aparecía en el programa, porque, después me enteraría, era nueva incorporación. Lo busqué entre los amigos del resto de los integrantes de la banda y llegué. En la foto aparecía con una nena. Estado: Separado.

Medité y lo agregué. Cuando hablamos por primera vez en el chat me hice un poco la boluda, que me parecía me había equivocado de persona. Cuando se desconectó recién tuve el valor de escribirle y confesarle. Me dijo que se había dado cuenta y me pasó su celular. Hablamos unos días, me invitó otra vez a ver la obra y esa noche nos fuimos a tomar algo. Recuerdo cómo charlamos de boludeces y de temas más importantes. Recuerdo cómo me hacía reír. Cómo me miraba. Recuerdo cuando se acercó un poco más y tomó mi mano. Miró mi anillo con una mariposa enorme. Acercó su rostro al mío y me besó primero suavemente y luego mucho más apasionado. Me gustaban sus labios. Los besaba, los olía, los mordía, los acariciaba.

Como el lugar cerraba temprano nos tuvimos que ir. Me preguntó qué quería hacer. Le dije que lo que él quisiera. Recuerdo que me dijo algo así como que él es un hombre más grande, si no me daba miedo que él tuviera otras intenciones. En ningún momento me mostré asustada. Le dije que sabía lo que quería incluso si es que quizás no era lo que debía.

Nos fuimos a un hotel y pasé en serio la mejor noche de mi vida. Hasta el día de hoy vivo rememorando esa noche increíble de sexo pero que a la vez fue muy dulce, en la cual todo el tiempo me decía que era una diosa, que era una reina. Como yo era bastante más joven me llegó a decir que se sentía ilegal. Yo tenía 23 años, él 38. Ambos sagitarianos (ojo, que el #6 y el #9 también son sagitarianos). Un día de diferencia entre nuestros cumpleaños. Esa noche acabé tres veces. Según él, fue una noche de sexo semiviolento. Creo que nunca me dejé ir tanto como esa noche.

Salimos y volvimos cada uno a nuestras casas ya cerca del mediodía. Nos pasábamos mandando mensajitos sobre lo bien que la pasamos y lo mucho que ya nos extrañábamos. Chateaba con él en facebook todos los días. Me decía las cosas más lindas. Que ahora que me conocía, ya no quería dormir solo. Que anoche durmió muy abrazado a la almohada por mi culpa. Que todo esto que se daba tan rápido era muy loco pero muy lindo. Yo me sentía en las nubes. Caminaba con la calle con una sonrisa enorme en mi rostro.

A la semana siguiente fuimos al cine. Yo elegí la película. Pésima elección la mía. Fuimos a ver Blue Valentine, película que por favor nunca vayan a ver en una cita. Antes fuimos a comer. Recuerdo estar en McDonalds, él de trajecito intentando comer su hamburguesa sin hacerse mucho enchastre. A mí no se me borraba la risa. Después del cine fuimos a un hotel por ahí cerca y la pasé increíble una vez más. Nos despedimos a las apuradas porque se le había hecho tarde y debía ir a la función, y me fui al cumpleaños de mi mamá.

La semana siguiente nos seguimos mandando mensajitos, chateando por facebook. Pero ésa fue la última vez que lo vi. Todavía me duele demasiado el no haber tenido una digna despedida.

Se volvió cada vez más cortante en los mensajes, en el chat. Yo intenté averiguar qué le pasaba y me dijo cosas que no eran lo más importante: que acá no se sentía bien, que tenía ganas de trabajar en otro lado, de irse de Buenos Aires. Lloré muchísimo esa vez pero no tanto como cuando días después le confesé que me estaban pasando cosas y me confesó que la persona con la que él estaba antes había vuelto a su vida. Que cortó conmigo porque no quería que esto creciera y después todo fuera peor y más doloroso. Que yo le gustaba mucho, incluso más de lo que parecía. Pero que era un cobarde y prefería quedarse con lo seguro. Al fin y al cabo, ¿qué futuro teníamos nosotros? Yo soy una chiquilina, él es un hombre de familia.

Tuvimos un intercambio importante de mensajes larguísimos. Nunca en mi vida me sentí tan pelotuda. No podía creer que todo esto se me escapara y le escribía lo mucho que quería seguir manteniendo esto, aunque sea en pareja. Me debe haber odiado, o pensado que estaba loca. Hasta el día de hoy releo los mensajes. Sólo los del facebook, el resto los perdí.

Dejé de maquillarme para ir a trabajar por esa época. Porque como no podía evitar llorar a cada momento cuando menos lo esperaba, siempre se me terminaba corriendo todo. Hasta el día de hoy me maquillo sólo para salir, ya no todos los días.

Una noche, una de las infinitas noches en que no me podía dormir por tanto pensar en él y llorar, le mandé mensajes. Porque lo que él me provocaban eran muchas cosas. Le confesé que pensaba en él cada noche. Le mandé un mensaje que creí inocente, pero él me dijo que fue medio erótico. Le dije que me había quedado con ganas de hacer cosas que nunca llegamos a hacer.

Tuvimos una charla por skype muy erótica. Casi sexo virtual, lo definió él. Me hizo confesárselo: yo quería que él me acabara en la boca. Quería conocer su sabor, su textura. Arreglamos para vernos en un par de días. Ese mismo día me mandó un mensaje que lo dejáramos para después porque no se sentía bien.

Como antes me había mandado mensajes subiditos de tono a cualquier horario, yo empecé a hacer lo mismo. Le ponía cosas que tenía ganas que me hiciera. Una noche, no me olvido más y son esos momentos en que siento que lo odio, me contestó con un 'necesito dormir, porfaa'.

No le volví a escribir más. En el facebook ya lo había eliminado en un momento de espontaneidad pero hasta el día de hoy entro a ver porque no todo es privado. Es terrible, porque no puedo dejar de entrar a chusmear qué es de su vida.

Recuerdo que pasé varias semanas, quizás incluso un mes o dos, sin entrar. Un día se me ocurre hacerlo y veo que estaba en Venezuela. Incluso mencionaba a su novia en un mensaje. Ese mismo día recibo un mensaje privado en el facebook de él. Al principio me asusté, pues creí que de alguna forma sabía que yo estaba chusmeando. Fue sólo un 'Hola, cómo estás?'. Me sorprendió pero me puso feliz. Nunca me terminó de contar bien pero me hizo saber que no se sentía muy bien, medio perdido quizás. Hablamos de algunas películas y me pasó su nuevo número de celular. Y empecé a tenerlo en el whatsapp.

Odié que en una de las actualizaciones de la aplicación se me borrara todo el historial. Porque allí había expresiones como 'princesa', que me volvían loca.

Una noche fui con #6 a un hotel. No sé ni por qué decidí hacerlo, no tenía nada de ganas. Fue tristísimo. Mientras estaba con él, cerraba los ojos muy fuertes y lo apretaba a él hacia mí para que no me viera llorar. Porque al tener los ojos cerrados quería imaginarme que era #5 el que estaba ahí conmigo y cuando los abría y no lo veía me sentía morir. No toqué mi celular esa noche y a la mañana siguiente vi mensajes suyos. Entre otros, me invitaba dentro de un mes a una nueva obra en la que iba a estar. Muy de película esa noche.

El tema es, que como siempre suele hacer, después dejó de escribirme, la fecha de la obra llegó y supongo se habrá arrepentido. Yo ni le pregunté al respecto.

Un domingo recibo un mensaje suyo. Me pregunta cómo estoy, tanto tiempo. Le contesto. Esa misma tarde recibo dos llamadas de número desconocido que no llego a atender. Al día siguiente, atiendo. Una voz femenina pregunta mi nombre. Soy yo, contesto y me cortan. Mando mensaje a este número creyendo que podría ser algún conocido y que quizás se cortó, preguntando quién es. Me contesta: 'la novia de #5, me gustaría saber qué relación tenés con él'. Sentí mucha bronca y ganas de llorar. Ni contesté. Al rato recibo mensajes de él diciéndome que no le mande más mensajes ni llame ni atienda llamadas de ese número o alguno que no conozca, porque su novia le anduvo revisando el celular y se puso celosa, si bien él no había hecho nada (lo que más me dolía era que era verdad, no había hecho nada).

Le mandé al facebook (les dije que soy boluda) y me puso que por ahí tampoco porque andaba siempre abierto.

Una noche tuve problemas no con #4 pero sí con una situación confusa que hasta el día de hoy no logré aclarar. Me sentí muy mal, muy triste, muy sola, y le volví a mandar mensaje por facebook. Me contestó desde una vieja casilla de mail que tenía en desuso y ahora 'sirve para algo'. Que no quería verme mal, que le contara qué me había pasado, que un día podríamos juntarnos a tomar un café. Como siempre, más allá de cuantos mensajes nos mandáramos, todo quedó en la nada.

Se me ocurrió googlear este correo nuevo y lo encontré registrado en dos foros dedicados al bdsm. Me acordé entonces de algunas cosas que me dijo en ese chat caliente que habíamos tenido. Yo le había confesado que me gustaba un poco fuerte, que me tirara del pelo, me mordiera, me pegara, o algo así. Él me pregunto si también me gustaba que me aten. Le dije que nunca lo había hecho. "Nunca fui amo" me acuerdo que me dijo.

Desde ese día fantaseaba con que fuera él mi primer amo, cosa que hoy ya no se podría cumplir.

La última vez que me mandó un mensaje por iniciativa propia (o sea no fui yo la que le escribió antes) habrá sido hace unos 3 o 4 meses, en los que me preguntaba si salía de trabajar como siempre, para vernos. Cuando le contesté no recibí respuesta inmediata y con el tiempo allí quedó.

Un día, hace no mucho, entro al facebook de él. Y luego al de su novia. Y me espanto al ver en la foto de perfil de ella que está embarazada. Se me vino el mundo abajo otra vez. No sé de qué me sorprendía pero realmente me hizo muy mal.

En el whatsapp dejé de escribirlo pero cada tanto entro a ver si modifica su estado y cuándo aparece cómo última conexión y veo que el 31 de julio a la noche cambió su estado por un "Nació E". A los dos días en el facebook una foto suya con la novia y el bebé recién nacido.

Y hasta aquí llega mi historia que no es historia en realidad porque no es nada. No sé qué pensar de alguien que no sólo parece haber jugado conmigo todo el tiempo, sino que hasta me había dicho de vernos (no importa si al final no se concretó) estando su mujer embarazada.

Lamentablemente no encuentro forma alguna de escaparme de él, de olvidarlo. Me odio a mí misma por permitirlo. A veces me dan ganas de mandarle aunque un 'felicitaciones' para ver qué me dice. Pero me contengo. Porque no voy a llegar nada. Ya está.

Supongo él hizo su vida y quizás lo envidio por eso. Porque yo no puedo. A esto no se le puede llamar vida.

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